Carta de un idiota arrepentido


Hola, ha pasado un tiempo desde que te escribí algo. Por favor, sólo sigue leyendo estas líneas, que son sinceras aunque no sirvan de mucho. Sé que piensas muchas cosas no tan buenas de mí, y es que errores he cometido a montones.
Tienes razón, no soy una buena persona, y soy el único culpable de que termines odiándome, aún así déjame decirte algunas cosas:

En mi vida he conocido alguien como tú, ni tan buena, ni tan mala, simplemente así como eras. Tienes el don de arrancar una sonrisa de las personas, sin necesidad de hacer una gracia. Tienes la ternura de un ángel, que en tus ojos estalla cuando ves un animalito o a un niño.
Derramas bondad para los menos afortunados, y bastante compasión con los débiles, aún así eres más fuerte que yo, pues hasa pasado de todo un poco y lo has superado.

Esto no lo escribo para que perdones las tantas canas que te saqué y sigo sacándote, lo hago porque es lo justo. Eres una gran persona, y quiero que el mundo lo sepa. Hay muchas cosas de las que me arrepiento, una de ellas es no haberte escuchado nunca.

Siempre me decías las cosas, y yo cerré mis oídos sin querer. No sabía que mis palabras te dañaban, que mis gestos te herían, que mis acciones te mataban de a pocos. Me paraba preguntando ¿porqué has cambiado?, y debí haberme preguntado ¿Porqué te he cambiado?. Mis celos me enfermaron, mi baja autoestima terminó por asfixiarte.
¿Qué hice?... Me volví un asesino de sueños, que hiere con palabras, acciones... un loco.

¿Excusas mías? ... No es así, reconozco mis errores, y reconozco que fui tan poco hombre de no darme cuenta todo lo que te arranqué, todo lo que te humillé, todo lo que no vi por mi terquedad... por mi idiotez.

Tenía el más grande tesoro conmigo, con sus errores, defectos, virtudes... pero estaba a mi lado... y no lo valoré. Ahora acumulado tu odio solo me hacen temblar los huesos, estremecen mi alma, y paran mi corazón de un golpe. ¿Qué puedo hacer? me he preguntado, pero... no encuentro la respuesta.

Tienes el don de hacer feliz a la gente, y de llenar con tu luz cualquier espacio. Tienes el don de revivir los corazones, y de enamorar hasta el alma más dura. Eres capáz de hacer susurrar el viento, tan sólo al escuchar tu sonrisa. Y eres capáz de entristecer hasta la luna, cuando le llenas de soledad... y de dolor.

Me pediste que te dejara en paz, y no lo volví a entender. Lamentablemente para mal tuyo me seguía preocupando por ti, y aunque no era excusa me llenaba la boca repitiéndolo para usarlo de pretexto y estar cerca. ¿Que gané con eso? sólo alejarte más y más. ¿Es que acaso ya no te importaba? Pues sí... al final lo entendí, tu seguiste adelante y yo me quedé en mis recuerdos, recuerdos solo míos, que ya no sirven de nada.
¿Quién soy para meterme en tu vida? Nadie... es lo que no aceptaba. Soy nada y debo seguir así.

No quiero que me odies más, no quiero que te lleves lo peor de mí. No puedo cambiar la vida, ni el destino, y aunque te regale todos los "perdóname" del mundo, no alcanzarían para quitar todo lo que obtuviste de mi.

Te mereces lo mejor, te mereces ser feliz y eso no lo entendía. Dios sabe que quiero verte bien, y he comprendido que he sido el camino equivocado. Eres una buena hija, mejor amiga, gran persona. Seguramente te mereces el cielo, es la verdad.

Gracias por todo, lamento que las cosas terminaran así, no quiero oportunidades, no quiero pedirte nada, ya bastante he hecho y simplemente puedo hacer algo por ti... dejarte en paz para vivir tranquila.

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