Era


Era callada, calmada y a duras penas te miraba,
sus manos no conocían lo que el descanso guardaba,
y en su mirar despistado que lanzaba al aire,
se ahogaban suspiros en silencio, con desaire.


Era pequeña, de piel canela y cabellera teñida,
de cejas pronunciadas y llamativa mirada,
ojos penetrantes, tan castaños como sus cabellos,
y una sonrisa postergada, por aquellos labios serenos.


Siempre sonreía con cualquier comentario,
sus ojos se achinaban al seguir sus labios,
y mientras el tiempo se detenía para admirarla,
el corazón de uno se sentía en calma.

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